Xylella fastidiosa es una bacteria con un enorme potencial patógeno sobre gran número de plantas. Provoca varias enfermedades de importancia económica, principalmente en cultivos leñosos como viñas, cítricos, diversos frutales de hueso, café y ornamentales. Su principal área de distribución actual se restringe al continente americano, pero recientemente se ha declarado una alarma sanitaria al detectarse por primera vez en Europa un foco de X. fastidiosa que afectaba a olivos, almendros y adelfas al sur de Italia, en la región de Apulia.
La bacteria invade el xilema de la planta hospedadora y su multiplicación en el interior de los vasos puede llevar a la obstrucción del flujo de savia bruta, principalmente agua y sales minerales. Los síntomas varían de unos hospedadores a otros. En algunos se corresponden con los síntomas típicos de estrés hídrico: marchitez o decaimiento generalizado y, en casos más agudos, la seca de hojas y ramas, y finalmente la muerte de toda la planta. En otros casos los síntomas se corresponden más a los provocados por ciertas deficiencias de minerales, como clorosis internervial o moteado en hojas.
En el foco detectado en Italia los olivos mostraban seca de hojas, de ramas e incluso de árboles enteros. Sin embargo, no está claro si estos daños son atribuibles a esta bacteria en exclusiva, ya que en la mayoría de los árboles la bacteria aparecía junto a diversos hongos patógenos, principalmente de los géneros Phaeoacremonium y Phaeomoniella.
X. fastidiosa se transmite de forma natural de unas plantas a otras con la ayuda de insectos vectores, principalmente cicadélidos y cercópidos, hemípteros chupadores que se alimentan del xilema. El principal riesgo de entrada de la bacteria en otros continentes es hoy en día el comercio y transporte de material vegetal infectado.
Por sus condiciones climáticas, las áreas que presentan un mayor riesgo potencial para la expansión de esta bacteria en Europa son las regiones productoras de vid y cítricos principalmente de la Península Ibérica, Italia y Grecia.
La principal medida de control fitosanitario debe ser extremar las precauciones en cuanto al comercio del material vegetal sensible y especialmente el procedente de zonas con presencia de la bacteria. Este material vegetal debe proceder siempre de productores oficialmente autorizados y con pasaporte fitosanitario en su caso. Y es que una vez detectado un foco en el campo, los tratamientos químicos contra la bacteria o sus vectores no suelen ser efectivos. En estos casos es necesaria la eliminación de las plantas afectadas y la vegetación silvestre circundante que pueda actuar como hospedadora de la bacteria.
Fuente: European and Mediterranean Plant Protection Organization (EPPO)