Cada vez son más las bodegas que apuestan por cumplir la normativa que hace que sus vinos sean considerados como ecológicos. Y porque “no sólo hay que hacerlo, sino demostrarlo”, es necesario que el proceso pase por unos exámenes que certifiquen esa categoría que muchos consumidores finales valoran cada vez más. En materia de este tipo de certificaciones, la organización Ecovalia tiene mucho que decir. Su presidente, Álvaro Barrera, explica que “lo ecológico” supone una producción que genera en torno a 1.000 millones de euros en España y que nuestro país “es referente a nivel europeo con su volumen de producción, económicamente viable y muy demandado por el ciudadano”.
Porque los consumidores lo demanda y porque las bodegas están interesadas en atenderles, la tendencia es acercar las oficinas certificadoras al campo, como ha sucedido en la Ribera del Duero donde la empresa Terracota Ingenieros se encarga a partir de ahora de esa labor. Para Manuel del Rincón, responsable del Departamento de Viticultura de esta firma de Aranda de Duero (Burgos), contar con una sede de Ecovalia en la zona es algo que beneficia a la agricultura, y muy especialmente a la asociada al vino. “Ribera del Duero es una zona muy acostumbrada a la diferenciación, a la calidad, y este tipo de iniciativas son muy interesantes. Creo que va a tener mucho éxito es dar un paso más allá, y la sostenibilidad y el cultivo ecológico es muy interesante”, señala. Porque no sólo hay que ser ecológico, sino que para que los demás lo sepan es necesario certificarse. De esta manera aseguras que cumples la normativa no utilizando los productos de síntesis y realizando operaciones en el campo permitidas. Del mismo modo, y en referencia al sector del vino, existen limitaciones en cuanto a adicciones de ciertos elementos a la hora de elaborarlo y en su trazabilidad. “Son normas muy serias que hacen mejorar a las empresas y que nos vienen muy bien a todos”, comenta Rincón.
